Vaginismo y rechazo al sexo: cuando el sexo que conoces no invita a volver

✋💭 Vaginismo y rechazo al sexo: cuando el sexo que conoces no invita a volver

Desde sentirte un maniquí usado para probar posturas 🤖, hasta repasar mentalmente la lista del súper 🛒: cómo las experiencias sexuales sin alma pueden encender la alerta y tensar el cuerpo.

Cuando alguien me dice “no me gusta el sexo”, mi curiosidad profesional y humana se despierta.
No porque crea que deba gustarte, sino porque sé que detrás de esa frase suele haber una historia. Y muchas veces, esa historia no es sobre “el sexo” en general, sino sobre el tipo de sexo que has vivido… y cómo tu cuerpo lo ha registrado 🧠💡.

Ahí empiezan las preguntas:
❓ ¿Has estado complaciendo?
❓ ¿Cumpliendo expectativas ajenas para que no se acabe la relación?
❓ ¿Siempre fue cuando quería él y como él quería?
❓ ¿Pocos mimos, poca piel, poca imaginación?
❓ ¿Todo centrado en la penetración vaginal, hasta el punto de que te entraban ganas de preparar la lista de la compra 🛒?
❓ ¿Te molestaban los olores, las sensaciones revueltas, la falta de cuidado?
❓ ¿Sentías que tu lugar no era de coprotagonista sino de figurante?

A veces esto se traduce en “solo recibir”, pero no desde el disfrute, sino desde la pasividad.
Y otras veces, en algo más hostil: sentirse contenedor, un simple agujero, un objeto y no un sujeto. Un cuerpo usado, pero no mirado ni escuchado 🫥.

Cuando la experiencia ha sido así de inhóspita y sin alma, es normal no tener interés en repetirla. El cuerpo aprende que ese territorio no es seguro ni placentero y, como mecanismo de autoprotección, puede ponerse en tensión, entrar en alerta 🚨 o incluso desarrollar vaginismo.
Y sí, el aburrimiento profundo también puede activar esa alerta: la mente desconecta, pero el cuerpo se prepara para protegerse.

🤝 Co-dirigir, no controlar. Participar, no solo recibir.

En un encuentro erótico sano y disfrutable, ninguna de las dos personas es directora absoluta ni figurante invisible. Se trata de co-dirigir:
💡 proponer,
💡 responder,
💡 negociar,
💡 y construir el momento juntos.

Estar ahí y ser parte no es lo mismo. “Que te hagan” y “hacer con” tampoco lo son.
Y este matiz es crucial: cuando tomas parte, tu sistema nervioso reconoce que hay espacio para tu deseo, tu ritmo y tus límites… y eso baja la alerta 🌿.

Aprender a ubicarte en ese lugar —ni al volante total, ni en el banquillo— es aprender a tomar tu sitio.
Y a veces ese aprendizaje empieza reconociendo que hasta ahora no estabas en la trama, sino de relleno.

🌱 Tal vez tu rechazo es legítimo… pero no definitivo

Si solo has conocido sexo sin ternura, sin piel, sin imaginación, sin tu deseo como brújula…
Si has vivido encuentros en los que eras pasiva porque no había otra opción…
O si has sentido que no eras más que un objeto…

Entonces no es raro que tu cuerpo y tu mente digan: “No, gracias”.

El rechazo puede ser legítimo. Pero también puede ser una señal de que lo que rechazas no es el sexo, sino esa versión triste y limitada que te tocó vivir.
Y cuando eso se identifica, se abre la posibilidad de que tu cuerpo se relaje y empiece a asociar lo erótico con algo seguro y disfrutable 💗.

Si te apetece, podemos explorar juntas qué significa para ti tomar tu sitio, encontrar tu voz y dejar de ser figurante en tu propia historia erótica.
Porque el guion se puede reescribir ✍️. Y esta vez, con alma.

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